El 24 de junio de 2000 marcó un antes y un después en la historia del cuarteto argentino. Ese día, Rodrigo “El Potro” Bueno perdió la vida en un accidente en la autopista Buenos Aires-La Plata. Junto a él viajaban Patricia Pacheco, su pareja, y Ramiro, su hijo pequeño.
Aunque Patricia sobrevivió, la tragedia dejó cicatrices profundas que aún la acompañan. Su vida dio un giro total: se alejó del mundo artístico y mediático y enfrentó no solo la pérdida de su pareja, sino también tensiones familiares y la exposición involuntaria a los flashes.
A lo largo de los años, su nombre volvió a aparecer cada vez que se recordaba al cantante, pero pocas veces se destacó su historia personal. Patricia siempre contó que no mantiene relación con la familia de Rodrigo. Intentos de acercamiento con Beatriz Olave y Ulises Bueno no prosperaron, y en lugar de apoyo encontró resistencia. “Lejos de ayudar, te quieren destruir”, ha confesado sobre aquellos años posteriores al accidente.
Hoy, Patricia mantiene un perfil bajo, priorizando la privacidad de su hijo Ramiro y su propio bienestar, lejos del ruido mediático que aún rodea la figura de “El Potro”. Su vida se centra en la maternidad y en reconstruir su camino sin depender del apellido ni del recuerdo público de Rodrigo.
A más de 20 años de aquella noche, Patricia Pacheco sigue lidiando con las secuelas de la pérdida. Su historia refleja la experiencia de quienes quedan fuera del foco, pero enfrentan heridas profundas y aprenden a seguir adelante con discreción y fuerza.